La importancia de ser diferente


Uno de las causas de la expansión económica de finales del siglo pasado y principios del actual ha sido el desarrollo de lo que denominamos Economías de Escala. A pesar de suponer una evidente ventaja para el desarrollo comercial y empresarial añadiendo algo tan valioso como la flexibilidad, la aplicación de estas medidas también tiene un lado oscuro que hace que el ahorro de costes prime en demasiadas ocasiones por encima de otros conceptos que deberían ser prioritarios. Ahora más que nunca hay que ser diferente del rebaño y pensar y enfocar nuestra actividad o negocio de forma totalmente distinta


Es Viernes tarde, y seguramente es uno de los únicos momentos relajados que tengo durante la semana en los que puedo liberarme y pensar y la verdad es que hoy es una día especial por varias razones, pero el caso es que estaba mirando un artículo en Linkedin y me ha producido una sacudida de esas que habitualmente no suceden pero que cuando lo hacen te dejan huella. Si bien hay que reconocerle el debido mérito al post, también pienso que lo único que ha hecho ha sido despertar algo en mi que lleva mucho tiempo en letargo pero que está ahí latente.

El artículo en cuestión lleva un título totalmente premonitorio y muy bien escogido: ¡No te pagan por pensar! y esa es una triste realidad con la que tenemos que convivir. En la época en que vivimos hay muchos puestos en los que no pretenden que pienses, ni que razones, sólo que cumplas con lo que se te ha encomendado.

Trabajar sin pensar... siempre es un mal negocio

Lamentablemente y con todos los respetos, no sólo me estoy refiriendo a trabajos que quizás no exigen mucho esfuerzo intelectual y que son más mecánicos, sino que lo triste es que en demasiadas ocasiones esta afirmación se produce en puestos en los que es absolutamente necesario tener ciertas aptitudes que sólo pueden desarrollarse adecuadamente con la frescura, la imaginación y la creatividad.

En estos casos, quizás se pretende que el trabajador piense algo más, pero que sea lo mínimo, y sobretodo que no cuestione, que no pregunte y que no intente hacer las cosas de forma distinta, porque, total.. siempre se han hecho así y no nos ha ido tan mal... no?

Hay quien más o menos de buena gana acepta entrar en ese juego, un juego que supone una muerte lenta, indolora e inevitable de un buen muy preciado como es la creatividad, la inventiva, la ilusión por hacer las cosas, por lo que nos hace diferentes y hace diferente a nuestro trabajo, la pasión que siempre ha sido y será el motor de la innovación.

Quizás pueda interpretarse con estas palabras que estoy dolido... pues si, lo estoy, lo estoy y mucho. Dolido con la gente que dice estas frases y pretende que simplemente te acomodes y cuyo trasfondo real no es que no se visualizen tus cualidades, sino más bien que no afloren sus propias carencias. Dolido con la gente que acepta estas reglas del juego y luego se queja de que no evoluciona, dolido por ver que se ha perdido el hambre, las ganas de conocer...

Ojos solo para el presupuesto

Puedo hablar en primera persona de lo que yo conozco. Soy consultor tecnológico, trabajo con nuevas tecnologías. Algo que debería estar a años luz de todo esto, y sin embargo se halla inmerso en esta dinámica tan negativa, al menos en la mayoría de importantes players del mercado. Parece que hemos equivocado o perdido por completo nuestra carta de navegación y nuestros objetivos, y ya sólo cuenta la casilla de TOTAL de una hoja EXCEL, como si esto fuera la solución a todos los problemas.

En los años que llevo en esto, ya he visto en demasiadas ocasiones como estos planteamientos totalmente economicistas únicamente centrados en el resultado final acaban siendo desastrosos y totalmente ruinosos, porque las cosas necesitan su tiempo para hacerse, para desarrollarse, necesitan de lo mejor de nosotros mismos, de la innovación, de la creatividad, de la ilusión, de la fuerza, algo que se mata y se extermina de sectores de esta profesión como si fuera la peste, en una incomprensible llamada al orden y disciplina de los números, previsiones, budgets a corto plazo, sin mirar los efectos a largo.

El problema de la reducción de costes como único hilo conductor de nuestra gestión es que los intangibles se vuelven invisibles. Intangibles que acostumbran a ser nuestro valor añadido y factor diferenciador.

La imagen no es sólo fachada

Por mucho que desde el marketing y demás acciones se prime el conocimiento el trasfondo muchas veces es muy distinto y precisamente no se hace lo que se predica y esto me produce un profunda tristeza porque refleja algo que se impone con fuerza en esta sociedad del siglo XXI: ya no le damos valor a las cosas, simplemente nos interesa cúal es su precio, y como más bajo, mejor.

Confundir el valor con precio o coste es un error que puede salirnos muy caro

Y las cosas tienen un valor, o muchos valores, muchos aspectos ocultos que nos aportan y que nos ayudan a crecer porque cuando tú pasas horas y horas haciendo algo que te apasiona no es por el precio que tiene, por el precio que podrás sacar por ello, sea un servicio o un bien, es por el valor que te aporta. Esa es la única manera de vivir y trabajar con pasión y ese es el único método de llegar a hacer grandes cosas y desarrollar un trabajo excelente.

Estoy dolido contra todos aquellos que destruyen cada día un pequeño ápice de lo que para mi es la profesión mejor del mundo, que me permite conocer multitud de actividades y sectores y ayudarlos a crecer. Y lo único que espero es que todo este impulso que nace de este periodo de crisis y todas las nuevas iniciativas y proyectos que crecen a la sombra de este gran árbol que es el cambio tecnológico y la trasformación digital depure el mercado adecuadamente y las personas que aman esta profesión y que desarrollan un excelente trabajo sean debidamente reconocidas.

LLamadme inocente, pero esta claro que rendirse no es la solución y aun creo que existe gente que sea capaz de apreciar el trabajo hecho con pasión, con ilusión, de valor añadido y a los profesionales que lo desarrollan.

Albert Salvany